lunes, 17 de marzo de 2008

Silencio, se grita

Al tiempo que el aula entera, rebosante de estudiantes de quinto de carrera, reconoce que no sabe pensar, afuera, una masa vociferante grita aún contra lo que está ya hecho, disfrazando el ruido de pretendida protesta informativa. A su paso, abren las puertas del aula, donde veinte cabezas bienpensantes elucubran acerca del pensamiento. Abren la puerta al grito de “libertad, libertad”, interrumpiendo de facto, y no como causantes de efectos colaterales, la decisión de aquellos que no piensan como ellos: tienes libertad para no escuchar lo que quieres, sino lo que yo grito. Sus ojos escupen mierda, desprecio. Eres inferior por no estar con ellos, vales menos porque piensan que no piensas por ti mismo. Eres un pringao, y yo no, porque fumo porros. No vales nada porque no eres como yo. Viva mi anarquía.

Mientras esto sucede, en el Ministerio y el Rectorado de la Universidad los minutos pasan ajenos a la protesta que clama “contra” y “no” y que grita libertad contra los que han decidido por mismos lo que desean, que han decidido no participar en su protesta.

2 comentarios:

Yo dijo...

El fascismo tiene muchísimas caras, demasiadas caras para lo que sólo es odio hacia lo que se piensa o es diferente.

Un beso muy gordo Hefers :)

Ucronía dijo...

Tristemente habitual es lo que aquí describes. El guaycismo basado en estar en contra de todo/ser el más malote de todos sin pararse a analizar el "todo", sino protestar porque lo que mola es llevar la contraria, sólo consigue banalizar el noble derecho a la propia opinión.